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Pesca Artesanal. El marisqueo, acción y efecto de mariscar, coger marisco, animal marino invertebrado, y especialmente los crustáceos y moluscos comestibles, era hasta hace poco una actividad esporádica en una economía de supervivencia. Las primeras referencias sobre el marisqueo de coquina se remontan a principios del siglo XX. Hasta mediados del siglo, cuando comenzó el auge del marisqueo comercial, había sido una actividad tradicionalmente destinada al consumo familiar o, en menor medida, para venderlas.

Pescatore di telline sulla spiaggia di Foce Verde. 1928. Tellinaris o tuninolaris, de tuniola en el dialecto de la tellina. ©CIBOSOCIALE.it

Actualmente es una actividad regulada en todos los países por las distintas autoridades gubernamentales y regionales o autonómicas: zonas de pesca, períodos de veda, prohibiciones sanitarias, días y horarios (en épocas de veraneo y en el resto de los meses), tallas mínimas (biológica y comercial), kg de captura (en función del arte de pesca utilizado y de los tripulantes por embarcación) y tipos de artes de pesca.

Los sistemas legales de regulación y control sanitario en los distintos países ribereños, desde la extracción y comercialización hasta la distribución y la restauración, velan por la calidad y continuidad de la especie y el mantenimiento de puestos de trabajo de los mariscadores profesionales. Es legal cuando es ejercida por profesionales autorizados, la realizada por particulares sin la debida licencia es una práctica ilegal. Las normas exigen el certificado de cualificación, una licencia, necesaria para optar a un permiso de explotación de mariscador a pie y de recursos específicos.

El arte de pesca más comúnmente utilizado es la draga, más conocido como rastro, rastrillo, gabia (jaula) o gàbies, armazón de acero o hierro que tiene como objeto rastrear, arañar o remover el fondo marino para capturar el molusco que se encuentra en su trayecto durante la maniobra.

Modalidades de artes de pesca empleados en el arte de marisqueo: a pie y desde una embarcación.

>  A pie firme con aperos de labranza (Imagen 4.1), con pequeña azada de pala plana (rasca en Galicia, soleta en Andalucía, etc), rastrillo de mano, hoz (fouce/fouza o fouciña/o en Galicia). En Galicia es una actividad realizada mayoritariamente por mujeres. El marisqueo se realiza en las horas de bajamar

Imagen 4.1. Mariscadoras faenando en la costa de Lugo. España. Océano Atlántico. ©La Voz de Galicia. Pepa Losada.

> También a pie firme con rastro manual, rastelltaladro (en España), rastrello (en Italia), tellinier (en Francia) o ganchorra (en Portugal). Gabia o jaula rectangular que en la parte inferior de la cara anterior, que está abierta, hay un peine o pletina con un número determinado de dientes. En la posterior generalmente hay un copo, bolsa  o saco de red, de mayor o menor longitud en el que quedan recogidas las capturas y facilita la salida del sustrato. (Imágenes 4.2 y 4.3) Este copo también puede estar colgado a un flotador (Imagen 4.4), o sujeto a la cintura con un cinturón o cincho, o a un chaleco con arneses (Imagen 4.5). Los hay con una canasta en vez del copo. En la costa Atlántica de Francia, durante la marea baja, se observan pescadores con un gran armazón metálico, un gran rastro, con ruedas. (Imagen 4.6)

A ambos lados de la boca del rastro se localizan unas argollas en las que se fija el cinturón o cincho que se dispone alrededor de la cintura del mariscador con la que realiza la fuerza al retroceder. Del armazón o rastro pueden salir a modo de mango, de entre 1’5 m y 2 m de longitud, una, dos y hasta tres varas, de madera, aluminio y/o madera, coincidentes o unidas entre sí en algún punto, cuyo extremo puede terminar en “T” para asirla por ambos lados.

En esta modalidad, la fuerza de tracción o arrastre es ejercida por el mariscador metido en el agua hasta el pecho o la cintura durante la bajamar, en muchos casos con traje de neopreno. En ocasiones con hasta 40 kg de plomo para aguantar los embistes de las olas. Y consiste en clavar el rastro en el fondo y tirar de él, jalar, mientras camina hacia atrás a la vez que con el mango se efectúan continuos movimientos de vaivén, acercándoselo y alejándoselo del cuerpo, para evitar que quede clavado en el fondo. Esta actividad se realiza durante tres o cuatro horas, en ocasiones “de un tirón” permaneciendo todo el tiempo en el agua, o saliendo una o dos veces a la orilla para deshacerse de la pesada carga del copo o saco. Al finalizar la jornada se vuelcan las capturas sobre una zaranda, o dos cuando son de distinto diámetro, una especie de harnero (arnero) o cajón de madera con varillas de hierro formando una red, y se zarandean o criban desechando los que no alcanzan la talla mínima autorizada. Los ejemplares jóvenes son devueltos al mar.

En algunas costas se utiliza una pequeña embarcación como medio de transporte hasta la zona de playa en la que se va a mariscar o para cruzar la desembocadura de un río. Hasta se da el caso de transportar mariscadores con motos en pequeños transbordadores para desembarcarlos en las largas playas de Doñana.

Acuerdos con Portugal permiten a unos pocos mariscadores capturar coquinas en el sur del Algarve en caso de que la costa de Huelva esté cerrada por contaminación por toxinas o veda de regeneración de la especie.

Imágenes 4.2 y 4.3. Mariscadores faenando en la costa de Huelva. España. Océano Atlántico. ©agrodiariohuelva.es. “Ir a la coquina”. Expresión utilizada en algunas zonas de Andalucía.

Imagen 4.4. Pescatore pesca telline con un rastrello a Viareggio. Italia. Mar Mediterráneo. ©Il Tirreno.

Imagen 4.5.  Mariscadores Delta del Ebro / Delta de l’Ebre © http://www.ccma.cat/tv3/alacarta/telenoticies-comarques/els-mariscadors-del-delta-apliquen-un-pla-de-gestio-per-garantir-la-conservacio-de-la-tellerina/video/5659408/

Imagen 4.6. Pêche de la telline en Baie de Douarnenez. Francia. Océano Atlántico. ©Françoise Perrin

> Con barco. Rastro mecanizado. Por lo general se trata de una embarcación artesanal de madera de entre 3 m. y 9 m. de eslora que posee un motor que no suele superar los 100 cv y con una característica polea en la proa. Esta modalidad no está permitida en las costas atlánticas y con restricciones en el Mediterráneo. 

La maniobra tradicional es por el sistema de draga o rastro, en el que el motor auxiliar, maquinilla o chigre, ubicado en cubierta, es el que ejerce la fuerza de tracción. Las dragas o rastros, de dos a cuatro por embarcación, de características similares a los anteriormente descritos pero de mayores dimensiones, son armazones de hierro o acero en forma de paralelepípedo o tronco piramidal con un peine, o rastrillo, o con una alargada pletina, en su parte anterior inferior, que se clava en la arena y actúa de rastrillo removiendo el sedimento y desenterrando los moluscos más superficiales que quedan atrapados dentro de la draga, mientras que el mallado o enrejado permite que los ejemplares de tallas pequeñas y la arena queden liberados.

Una vez que se llega al lugar escogido, sobre fondos de arena a una profundidad habitual de entre 2 m y 5 m, no superando los 15 m, la embarcación se fondea con un ancla muy pesada que posee varios brazos dispuestos en paralelo a modo de rastro. Esta configuración le proporciona gran capacidad de anclaje y le sirve como punto de soporte para la tracción de la embarcación. Seguidamente, se fila, se navega marcha adelante a la vez que se va largando un cable de acero que va desde la ancla hasta la maquinilla situada en cubierta, cuya longitud depende de la profundidad en la que se esté faenando, entre 200 m y 300 m. Una vez largado todo el cable, los rastros se calan, se largan, se lanzan por la proa (a babor y estribor), sujetos por cabos de hasta 15 m de longitud. Posteriormente, los rastros son arrastrados gracias a la tracción generada por la maquinilla, produciéndose así la corrida. Por último, los rastros son izados utilizando las roldanas o ruedas de polea de la estructura de la proa. (Imagen 4.7)

Imagen 4.7. a/ Ancla. b/ Boya. c/ Motor auxiliar en cubierta. d/ Rastro. a, b y d: ©http://agricultura.gencat.cat/web/.content/08-pesca/plans-gestio-cogestio/enllacos-documents/fitxers-binaris/PGDM-Catalunya-COMP-2015.pdf y © c: Catálogo Náutica Pedro Franco S.L.

Imagen 4.8. Embarcación utilizada en la costa andaluza en el siglo pasado, con una variedad de rastro manual, una especie de torno denominado molinete con el que se cobraban los rastros y en el que la fuerza de tracción era ejercida con las manos o los pies.  A/Galápago B/Garga  C/Garrucha D/Molinete E/Palillos F/Pernos © www.cedma.es

La maniobra descrita, lance, se repite varias veces por jornada desde el amanecer hasta la hora límite, hacia el mediodía. Los rastros se calan varias veces en la misma zona efectuando distintos recorridos. La ancla solo es izada a bordo cuando se cambia de calador. En algunos casos, cuando el barco fondea en el caladero antes de comenzar la maniobra de pesca, se hace uso de una draga tipo la Van Veen para muestreo de sedimentos y así cerciorarse de la idoneidad de la ubicación.

La actividad pesquera de estas embarcaciones es reducida, dado que solo pueden faenar los días de “buena mar” al tener que hacerlo muy cerca de la costa, habitualmente entre 100 m y 300 m, y a escasa profundidad, con frecuencia entre 2 m o 3 m. (Imágenes 4.9 y 5.0) Hay embarcaciones que deben llevar instalado un dispositivo de localización e identificación vía satélite, denominado “caja verde”.  

Imagen 4.9 (izq). Barco faenando en la costa de Valencia. España. Mar Mediterráneo. ©Hilario Rodríguez. Imagen 5.0 (der). Barco faenando en la costa de la costa de Málaga. España. Mar Mediterráneo. María Gallardo.©diariosur.es   

Dado que la legislación varía de una Comunidad Autónoma a otra y de un país a otro, hay zonas en las se autoriza a que los barcos, con un característico pórtico a proa, efectúen la fuerza de tracción con el motor principal de la embarcación. En este tipo de maniobra los rastros utilizados, más pesados con formas más redondeadas, son remolcados. La maniobra se realiza disminuyendo bruscamente las revoluciones del motor, de forma intermitente, “a tirones”. Los rastros también son izados con la ayuda de la maquinilla.

Esta última modalidad tiene detractores al afirmar que muchos ejemplares mueren a causa del sistema de recogida, se esquilman los caladeros, zonas de cría y engorde, dejan dañado el fondo y provocan que los precios bajen. Hay mariscadores que también vienen denunciando la captura ilegal de coquina por parte de embarcaciones en la modalidad de draga hidráulica.

En todas las modalidades de pesca descritas siempre se efectúan cribas para desechar ejemplares de otras especies y los individuos que no alcanzan la talla mínima de acuerdo con la legislación de cada país.

En el Mediterráneo hay estudios en los que se concluye que la mayor densidad poblacional, la más productiva desde el punto de vista de explotación comercial, se sitúa entre 1,5 m y la línea de la costa. El problema es que el promedio de la población muestreada en esa franja es de 21 mm, 4 mm por debajo del tamaño autorizado 25 mm. A partir de 1,5 m se sitúa entre 25 mm y 30 mm, franja en donde hay mucha menor densidad poblacional y aumenta la mortalidad natural.

Aunque Donax trunculus ha desarrollado una resistencia natural a soportar largos tiempos de exposición en las cubiertas de las embarcaciones, en torno a 8 h., las capturas no deberán estar expuestas a la acción solar durante largos períodos de tiempo, especialmente aquellas que vayan a ser sometidas a un proceso de depuración dado que estos factores pueden afectar a la reanudación de la actividad filtradora. En un estudio se verificó que D. trunculus experimentó tasas de mortalidad muy bajas después de un tratamiento de purificación de 24 h (0,2–0,4 %) y almacenamiento en frío de 72 h (0,3–3,2 %)

En todas las modalidades de pesca descritas siempre se efectúan cribas para desechar ejemplares de otras especies y los individuos que no alcanzan la talla mínima de acuerdo con la legislación de cada país. Un estudio realizado sostiene que la tasa de captura comercial es muy alta, entre el 70% y 97%, correspondiendo la mayoría de los descartes a ejemplares sin dañar de la misma especie pero de pequeña talla. La mayoría de los individuos descartados no presentan daño, en torno al 85% el 3% daño intermedio, mientras que el 12% mostraron daño severo. En un estudio se verificó que la gran mayoría de los daños en Donax trunculus se sitúan en la zona anterior de la concha. Y en mayor proporción en la zona dorsal que en la ventral. 

En otro estudio se obtuvieron los siguientes datos: proporción del total de especies descartadas, 45 especies, para D. trunculus (54,85%) y biomasa (66,33%) De los descartes asociados exclusivamente a D. trunculus , el 59,12% no sufrió daño, el 11,41% presentó daño menor o parcial y el 29,47% daño letal. En cuanto a las especies objetivo, el estudio mostró bajos porcentajes de impacto (< 1% tanto en individuos parcialmente dañados como en individuos letalmente dañados). Asimismo, estudios previos también mostraron un bajo impacto en las especies objetivo adultas; entre 0-5% en individuos parcialmente dañados y entre 1-6% en individuos severamente dañados. En otro trabajo de investigación, se observó una tasa de mortalidad de especies de captura incidental + descartes + menores de talla mínima legal + más baja en términos de peso, 5’08%, para las capturas con rastro manual en comparación con las de draga mecanizada, 10’78%.

Los distintos planes de explotación, las distintas legislaciones de la coquina establecen períodos de veda para la reproducción y recuperación de la especie entre mayo y agosto (*), que pueden ser periodos continuos, consecutivos o discontinuos, escalonados. Se trata de preservar la sostenibilidad de la especie y los intereses económicos de los mariscadores, minimizando el conflicto que surge en los meses de verano en los que hay gran demanda y elevado precio de venta. (*) El refranero popular gallego ya dice “nos meses sin r, marisco non comas, nin marisco merques”. 

Científicos y expertos de cuatro países han desarrollado una herramienta que predice con mayor precisión las fases reproductivas de Donax trunculus ajustando el cierre de los caladeros a la temporada reproductiva de este molusco bivalvo, persiguen que la temporada de cierre pesquero se pueda establecer cuando la mayoría de la población esté en etapa madura. La coincidencia de ambos tiempos permite mejorar el rendimiento de la actividad pesquera y, a la vez, procurar que no disminuyan las poblaciones de esta especie a lo largo de los años.

Se investiga, con fines científicos y pesqueros, en la detección de poblaciones de Donax trunculus enterradas en el lecho marino con métodos acústicos, ecosondas de haz partido.

En los últimos años en muchos puertos se están reduciendo los cupos de capturas y se efectúan paros biológicos, vedas o períodos de inactividad para la extracción de Donax trunculus, en marzo y abril y con más frecuencia también en mayo y junio. Así como los períodos de tiempo en los que se prohíbe mariscar por cierres de los caladeros al detectarse la presencia de toxinas. Todo ello, provoca que haya mariscadores que renuncien a la licencia y abandonen la actividad por falta de rentabilidad. En cambio, cuando las condiciones de marisqueo mejoran las solicitudes de licencia pueden superar en mucho la oferta que establecen las autoridades.

El marisqueo se realiza en zonas marítimas cuyas aguas están clasificadas por los organismos de control competentes de salud. En España las capturas en aguas clasificadas como “A” pueden ir directamente al consumo humano. Las de las zonas “B” solo podrán comercializarse tras un tratamiento en un centro de depuración (*), de modo que cumplan las normas sanitarias exigidas en las zonas de clase A. Las de las zonas “C” solo podrán comercializarse tras un tratamiento en un centro de depuración (*) y reinstalación más prolongado, de modo que cumplan las normas sanitarias exigidas en las zonas de clase A. (*) Centro de depuración: establecimiento que dispone de tanques alimentados con agua de mar limpia en las que se mantienen las coquinas vivas durante el tiempo necesario para reducir la contaminación con objeto de hacerlos aptos para el consumo humano. Las relaciones de zonas de producción de moluscos y otros invertebrados vivos en el litoral español aprobadas por las comunidades autónomas fueron recogidas por primera vez en la Orden de 20 de diciembre de 1993.

• Hay puertos pesqueros en los que es posible contratar la actividad turística de compartir una jornada, “marinero por un día”, con un mariscador profesional en su embarcación faenando cerca de la costa, “turismo marinero”. 

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